Corría el año 1859 y un tal Friedrich Martin Josef Welwitsch, gran botánico y explorador austríaco, emprendió uno de sus últimos viajes por el mundo en busca de nuevos descubrimientos botánicos. Esta vez llegó al desierto del Namib, un lugar que, a priori, no tendría mas que arena, arena y más arena. Pero no fue así. Caminando por el desierto observó algo diferente, una planta de un aspecto extraño. Asombrado, la recogió y la añadió a su colección de África tropical, muy valiosa, por cierto.
La denominaron Welwitschia mirabilis en honor a Friedrich Welwitsch.
Como se puede observar en la imagen es una planta bastante extraña ya que en realidad es un árbol de la familia Welwitschiaceae perteneciente a las gimnospermas.
Solo tiene dos hojas que crecen cada año unos 15 centímetros durante toda la vida del ejemplar. Estas hojas no crecen en altura, lo hacen a ras de suelo. Por el contrario, la raíz si puede descender y llega hasta los 30 metros de profundidad.
Las curiosidades no terminan aquí. Se realizaron análisis científicos con carbono 14, un isótopo radioactivo del carbono que se emplea para la datación de especímenes orgánicos, y determinó que esta especie puede alcanzar los 2.000 años de edad, incluso algunos años más según otros científicos.
¿Cómo sobrevive esta planta en una región tan árida? La respuesta es fácil. Se alimenta de niebla. Todos los estomas de sus hojas se abren y recogen el agua de la niebla. Con calor la niebla desaparece y los estomas se cierran para evitar la pérdida de agua por evapotranspiración.
Joseph Hooker, director por aquel entonces del RBGK (Royal Botanic Gardens Kew), definió a la perfección lo que es esta especie: "Es sin duda la planta más asombrosa jamás traída a nuestro país, y la más fea".
Como es lógico, esta especie se ha seguido investigando genéticamente y en un estudio llevado a cabo por el botánico Tao Wan (publicado en la revista Nature Communications) revela que hace unos 85-86 millones de años sufrió un error en la división celular y todo el genoma se duplicó en la época de mayor sequía sufrida en la región. De hecho, se piensa que el desierto se formó durante esta etapa tan árida y seca. No obstante, y según afirmaciones de Tao Wan, tener más material genético es un coste y un gasto de energía para mantener la vida. Además, hay otro secreto en sus hojas: crecen desde los extremos, pero la punta de crecimiento original muere, saliendo el resto de un meristema (tejido responsable del crecimiento vegetal) basal que va suministrando nuevas células a la planta en crecimiento.
Por tanto, la duplicación del genoma en una época desfavorable le han ofrecido nuevas funcionalidades.
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