Quercus pyrenaica Willd.
Melojo, roble negro o rebollo
Descripción. Especie arbórea de gran porte que alcanza entre 25 y 30 metros de altura. Su tronco presenta una morfología irregular y suele ramificarse desde la base. La corteza es lisa, de tonalidad verde grisácea en los ejemplares jóvenes, oscureciéndose con la madurez. Las hojas son simples, alternas y de naturaleza caduca o marcescente, con un pecíolo corto y un limbo lobulado, caracterizado por una densa pubescencia tanto en el haz como en el envés. La marcescencia es un fenómeno en el que las hojas, tras completar su ciclo vegetativo, permanecen adheridas al árbol durante la estación fría (otoño e invierno), desprendiéndose con la brotación primaveral. La floración es monoica, con flores masculinas de color amarillento dispuestas en amentos colgantes y flores femeninas solitarias o agrupadas en grupos de tres o cuatro. El fruto es una bellota de forma globosa y sabor amargo.
Hábitat y distribución. Especie endémica del suroeste de Europa (Francia y España) y del norte de África (Marruecos), con una amplia distribución en la Península Ibérica. Se encuentra bien adaptada al clima mediterráneo, característica favorecida por la presencia de tricomas en sus hojas, que reducen la transpiración. Puede formar extensos bosques monoespecíficos o integrarse en comunidades vegetales junto a especies como Quercus ilex (encinares), Quercus faginea (quejigares) y diversas especies del género Pinus (pinares).
Usos. La madera de esta especie se emplea principalmente como combustible, tanto en forma de leña como en la producción de carbón vegetal.
Curiosidad. El epíteto específico pyrenaica hace referencia a los Pirineos, aunque su presencia en esta cordillera es escasa.