Son suelos desarrollados a partir de materiales volcánicos, principalmente cenizas, lapilli y otros depósitos piroclásticos. Son característicos de regiones con actividad volcánica reciente o histórica y presentan propiedades únicas derivadas de la meteorización de minerales volcánicos ricos en vidrio y silicatos. En cuanto a sus características principales destacan:
Material parental volcánico: Se forman a partir de cenizas y otros depósitos volcánicos, lo que les confiere alta porosidad y baja densidad aparente.
Elevada capacidad de retención de agua: Su estructura suelta y porosa permite una excelente retención de humedad, favoreciendo el desarrollo vegetal.
Presencia de minerales amorfos: Contienen altos niveles de alofana, imogolita y ferrihidrita, los cuales afectan la capacidad de intercambio catiónico (CIC).
Acidez variable: Su pH puede oscilar entre ácido y neutro, dependiendo de la lixiviación y el contenido de materia orgánica.
Alta capacidad de fijación de fósforo: Los andosoles tienden a inmovilizar el fósforo disponible debido a la presencia de alófanos y compuestos de hierro y aluminio.
Buena fertilidad, pero con limitaciones: Aunque pueden ser fértiles, la fijación de fósforo y la posible acidez pueden limitar la disponibilidad de nutrientes.
Los Andosoles tienen un alto valor agrícola, pero su manejo requiere estrategias adecuadas para evitar la fijación de fósforo y la acidificación. Su distribución se encuentra principalmente en regiones volcánicas como los Andes, Japón, Nueva Zelanda, Hawái y partes de África Oriental.