La capacidad de intercambio catiónico (CIC) es una medida de cantidad de cargas negativas presentes en las superficies de los minerales y componentes orgánicos del suelo (arcilla o materia orgánica, entre otros). De esta forma, queda representada la cantidad de cationes que las superficies pueden retener (Ca, Na, Mg, K o NH4, entre otros). Estos cationes pueden ser intercambiados por otros cationes presentes en la solución del suelo y liberados por las raíces de las plantas. Así, la CIC nos determina la calidad del suelo y, por ende, la fertilidad del suelo. Un suelo con alta CIC nos determina que el suelo puede retener una mayor cantidad de nutrientes y, por tanto, más productivos. Por el contrario, un suelo con baja CIC nos define un suelo con baja retención de nutrientes y menor productividad.
Además, la CIC nos puede indicar la presencia de contaminantes en el suelo. Los suelos con baja CIC pueden ser más susceptibles a la contaminación por metales pesados como el mercurio, el plomo o el cadmio.
Por último, la unidad de medición de CIC es en centimoles de carga por kilogramo de suelo (cmol/kg).