La alcalinización, también conocida como sodicidad del suelo, se define como el exceso de sodio intercambiable en la matriz del suelo. A medida que su concentración aumenta, el sodio comienza a desplazar otros cationes esenciales, lo que altera el equilibrio iónico y afecta las propiedades del suelo. Los suelos sódicos son comunes en regiones áridas y semiáridas y suelen presentar una estabilidad estructural deficiente, con propiedades físicas y químicas deterioradas. Esta condición provoca la dispersión de las partículas del suelo, reduciendo su permeabilidad e impidiendo procesos fundamentales como la infiltración y la percolación del agua. Como resultado, se limita la disponibilidad de agua para las plantas, lo que afecta negativamente su crecimiento y desarrollo.